Innovación en Agricultura del Desierto

>> martes, 8 de septiembre de 2009


Una de las fuentes que apoya el crecimiento y desarrollo económico de un sector, región o país, es la actividad de los empresarios. Para ello, el productor debe transformar su estilo de elaboración, buscar alternativas técnicas no utilizadas, reformular su organización, optimizar su conducta de comercialización, lograr crear productos nuevos o los que actualmente genera, realizarlos y promoverlos de otra forma. Si asume este desafío se llama innovador.

Innovación es la introducción en el mercado de un nuevo bien o clase de bienes; el uso de una nueva fuente de materias primas (innovación en producto); la incorporación de un nuevo método de producción no experimentado en determinado sector o una nueva manera de tratar comercialmente un nuevo producto (innovación de proceso), o la llamada innovación de mercado que consiste en la apertura de un nuevo mercado en un país o la creación de una nueva estructura de mercado.

Las invenciones no son innovaciones, no tienen valor comercial. Sin embargo, esto no quiere decir que no puedan llegar a tenerlo en el futuro. La invención es una promesa, la innovación es cumplir la promesa.

En la Agricultura del Desierto no es necesario inventar para innovar, debemos incorporar tecnologías, como invernaderos, injertos de suelo, agricultura de precisión, optimización del recurso hídrico, entre otras ya existentes y que no han sido que introducidas productivamente en nuestra región. Hay que reformular la conducta de comercialización, crear cadenas productivas para la agroindustria. Esto es claramente innovación de procesos.

Las innovaciones fomentan el desarrollo, permiten a los individuos aumentar sus capacidades y oportunidades. Favorecen a los procesos de desarrollo local en un territorio. Al referirse a un territorio, se tiene en cuenta un determinado sitio geográfico, una forma de vida determinada, una cultura establecida, una realidad social y económica específica y un medio ambiente definido (con ciertos recursos naturales y potencialidades productivas). Se busca aumentar las capacidades individuales y comunitarias a partir de lo que el territorio posee, es partir de las cualidades endógenas del lugar e intentar fomentar y potenciar sus aspectos positivos, superando las dificultades y limitaciones que pueda haber en ese territorio.

La búsqueda de sinergia entre recursos humanos, innovación tecnológica y recursos naturales nos permitirá transformar nuestro desierto en un nuevo motor de la economía regional, la agricultura.

Los actores que se deben involucrar para fortalecer la innovación de la Agricultura del Desierto son el Estado; la educación, las ciencias la investigación; la empresa privada y pública, los que se deben relacionar a través de diferentes canales formales e informales.

Actores como el Departamento de Agricultura del Desierto de la UNAP, apoyar las investigaciones, Instituciones Financieras dar herramientas específicas para el desierto, Corfo trabajar una perspectiva regional y no centralizada, Conicyt potenciar la I+D agrícola desértica, Seremía de Agricultura, INIA, SAG e INDAP, quienes se han esforzado e invertido mucho en la agricultura, pero haciendo más de lo mismo, sin cambiar radicalmente la situación agrícola, ¡Deben innovar sus procesos!, la Agencia Regional de Desarrollo Productivo de la Región de Tarapacá, incluir empresarios, funcionarios públicos e investigadores de la agricultura, en el comité de innovación. El Gobierno Regional, en sus distintas expresiones de conexiones, juega un rol importantísimo con la innovación, debe potenciar el ya definido eje estratégico agrícola de la Región. Los empresarios deben organizarse, con líderes que jueguen un rol activo en la innovación.

Estos actores, al interactuar, compartir conocimientos y habilidades ayudarán al desarrollo y difusión de nuevas tecnologías creando un ambiente de innovación. Se debe crear un Sistema Local de Innovación, para que la tarea de los empresarios innovadores en Agricultura del Desierto se haga más rápida, contundente, especializada, contribuyendo así al desarrollo de la Región de Tarapacá.
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Publicado en el Diario La Estrella de Iquique el 7 de Septiembre del 2009

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Algunas noticias sobre la familia Tschiffeli

>> sábado, 2 de mayo de 2009


Por el Dr. Paul de Quervain

Trataremos ahora a una familia, que casi todos los lugares donde se estableció, vio reducirse el número de sus miembros. Sin embargo, fue muy numerosa hace 200 años, de tal manera que miembros de ella aparecen aquí y allá al hacerse árboles de costados.

Esta familia se presenta, tanto con apellido Tschiffelli, como Chiffelle. (Otras variantes, que se citan especialmente en el siglo XV son Chiffeli, Chifel, Chiffaux y en todo caso también Chefalz.). Muchas veces se supo de interrogantes, ¿Cuál habría sido la forma más antigua de este apellido? En el “Historich–biographisches Lexikon deo Lchveiz”, el profesor universitario Tüober opina, que Tschiffeli proviene de Chiffeli. Nosotros en cambio, opinamos que la familia primero se llamó Tschiffeli (o una forma parecida) y que después se llamó Chiffeli y al último Chiffelle. Esto lo hace suponer el hecho, que ya en 1422 se cita a Yocet Chiffeli. Probablemente Tschiffeli tampoco debe ser la forma más antigua de este apellido. Justamente esta forma nos hace suponer, que según una tradición los Tschiffeli fueron de Succa en Italia, donde en tiempos bastantes recientes todavía florecía una familia Cifelli o Ciphelli, ahora extinguida.

La tradición familiar dice además, que a comienzos del siglo XIV un Hans Tschiffeli y su esposa Catherina von Roseneck, que vinieron desde Lursee se establecieron junto al lago Bielersee, y que de este matrimonio descenderían todos los Tschiffeli (y Chiffelle). Hasta ahora no fue posible examinar la veracidad de esta tradición. Según supimos fue publicada por primera vez en una genealogía del año 1608.

Si se confirma nuestra teoría, que el apellido Tschiffeli es la forma original, entonces el cambio a Chiffelle se debería a todas luces a un afrancesamiento. La variación Chiffeli sería en este caso una forma intermedia.

En el siglo XV encontramos a esta familia, bajo las diferentes variaciones de este apellido, tanto en Neuveville como en el Tessenberg (rontagne de Diesse). Aquí como allá se expandió rápidamente. Entre la ciudadanía de Neuveville, en la Edad Media como posteriormente de bastante importancia, los Tschiffeli pronto alcanzaron una posición importante. Ya a mediados del siglo XV (quizás también antes) pertenecieron al patriciado y tienen puestos importantes en los Consejos.

En 1520, Yakob Tschiffelli, oriundo de Nods, se estableció según la ya citada genealogía en Biel, y fue el tronco de la familia en Biel y posteriormente también de los Tschiffelli de Berna.

En Biel, esta familia, que tuvo un papel relevante, se extinguió en 1648. En Berna una rama de esta familia llegó casi a los tiempos contemporáneos, pues sólo en 1937 falleció su última representante.

La línea de los Tschiffelli en Berna fue fundada por Hans Yacob, quién en 1598 obtuvo la tan codiciada ciudadanía. El fue el nieto de Yakob Tschiffelli, quien se había radicado en Biel.

Quién conoce la historia de Berna, sabe que durante el siglo XVII ya no era fácil entrar al círculo de los ciudadanos gobernantes, y posteriormente ser aceptado como ciudadano. Sin embargo los Tschiffelli rápidamente y sin dificultades alcanzaron esta meta. Los 4 hijos de Hans Yakob ya pertenecieron al Consejo de los Doscientos. Los ciudadanos de Berna, no tenían por qué arrepentirse, por haber sido tan gentiles frente a esta familia, pues esta familia, durante un lapso relativamente corto hasta la decadencia de la vieja Berna de la república, le dio varios colaboradores importantes. A continuación nombraremos a tres de ellos los que curiosamente, cada uno en otro campo de acción, descollaron.

El primero, Daniel (1699 - 1759) fue estadista. En 1749 fue miembro del Pequeño Consejo (es decir del gobierno) y en el año próximo tuvo que ver con el arsenal y en 1755 con las construcciones. El segundo Johann Rudolf (1716 – 1780) es el gran reformador de la agricultura. También lo conocemos como filántropo y fundador de la Soc. Económica del Cantón Berna.

El tercero finalmente, David Friedenich (1725 – 1787) se distinguió como militar. Estaba al servicio del Piamonte y alcanzó el grado de mayor General. David Friedenich fue uno de los hermanos menores de Johann Rudolf.

En Neuveville, los Tschiffelli, que entonces en general se llamaban Chiffelle eran muy numerosos durante los siglos XVII y XVIII.

En un censo del año 1747 aparecen como la familia más numerosa. De ahí que es muy difícil hacer de esta familia un gran árbol genealógico. Hasta hoy no se ha podido realizar este trabajo, porque los más antiguos libros parroquiales de Neuveville son muy incompletos. Un registro de bautismos casi completo solamente comienza en 1714, los registros de defunciones y de matrimonios son aún más recientes. Otra compilación muy grande, la constituye el hecho, que con frecuencia en la misma generación, incluso en el mismo año, hay varios Chiffelle que se bautizan con el mismo nombre de pila. Esto, por supuesto, tiene que ver con la expansión de esta familia. De sobra el libro más antiguo de bautismo, que llega hasta la primera mitad del siglo XVII, no sólo presenta considerables laguna, sino que se llevó en forma muy sumaria. Así se indicaba sólo el nombre del padre, pero no el de la madre. Por suerte muchas de estas lagunas pueden llenarse con otros datos, provenientes de los más diversos del rico archivo de Neuveville. Es posible, que en el correr de los años y decenios, estudiando con sistema todo este material de archivos, sea posible reconstruir los lazos genealógicos que unen a las antiguas familias de Neuveville y en especial de los Tschiffelli, es decir, Chiffelle hasta el comienzo del siglo XVII.

Hasta entonces hay que estudiar caso tras caso, una rama familiar hasta donde sea posible. Esto es posible con éxito en algunos casos. El autor de estas líneas, a pesar de todos sus esfuerzos no pudo llegar a una rama de los Chiffelle, que le atañe de cerca, hasta más allá de fines del siglo XVII, en cambio a otra rama, sin dificultades, pudo agregar 3 generaciones más.

Como es natural en una pequeña ciudad como Neuveville que en varios aspectos todavía mantuvo carácter medieval, muchos miembros de la familia Chiffelle pertenecieron al artesanado. Sin embargo, sorprende, que un bastante alto porcentaje de ellos se dedica a la profesión de notario, o al vicariato o tomaban servicios en el extranjero como oficiales. Algunos también cultivaron como diseño de tierras sus viñas. Al fin en el siglo XVIII aparece otra profesión, la de cirujano.

Como ya se dijo los Chiffelle tuvieron un papel político preponderante durante siglos en Neuveville. Durante el siglo XVIII por ejemplo casi siempre un miembro de esta familia fue alcalde en ejercicio o en retiro. En parte su situación dominante se basaría en lo numeroso de la familia. Podemos imaginarnos que durante las elecciones los Chiffelle y sus partidarios podrían asegurarse gran número de votos.

De los Tschiffelli permanecidos en Neuveville, debe nombrarse al vicario y después juez superior Yacob–Georges Tschiffelli (1773 – 1843). Fue un gran estadista, quien junto con otros consignó que en 1815 el obispado de Basilea fuera adjudicado al cantón Berna. En 1825 Yacob–Georges Tschiffelli presentó a la Soc. Económica del cantón Berna un trabajo histórico, geográfico y económico sobre Neuveville y alrededores. Fue tan excelente este trabajo que el autor obtuvo la Medalla de oro, que se concede en muy raras ocasiones. En 1816 Tschiffelli y su familia fueron aceptados como ciudadanos de Berna, y debido a los servicios prestados al estado de Berna sin pagar cuota de incorporación, posteriormente fue también miembro del gran Consejo de la época de la restauración.

De Yacob–Georges Tschiffelli desciende entre otros también el explorador contemporáneo Felix–Aimé Tschiffely (nació 1895).

Aquella rama de los Tschiffelli, a la que perteneció Yacob–Georges, también había adquirido la ciudadanía de Cudrefin, desde luego lo fue el tío de Yacob–Georges, Fréderic, banquero en Londres, quien adquirió esta ciudadanía. Según una disposición testamentaria pasó a su hermano el vicario Georges–Louis, como a su sobrino Yacob–Georges, hijo de Georges–Louis.

La observación de Turler de Neuveville en el “Historich-biographisches Lexikon”, que los Tschiffelli de Neuveville y Cudrefin, antes de 1816 se escribían Chiffelle, no corresponde. En un documento del 12.VIII.1775, probablemente dirigido al vicario Georges-Louis se deja constancia, que la familia tiene derecho a llamarse Chiffelle o Tschiffelli. Así hay documentos del ya nombrado Georges–Louis y de su hermano Fréderic de esa época, firmado con el apellido Tschiffelli. En el documento del gobierno de Neuveville (Chatelain, raitre-bowgois el consil) se dice del apellido “… pent se signer Chiffelle suivant notre usage, on Tschiffelli suivant le texte original”. Nosotros no hemos citado antes esta declaración porque, a pesar de lo interesante que es, no nos pareció decisivo para resolver este problema.

Quien se interesa por la familia Tschiffelli, fuera de la lista de los Bernomger puede consultar el próximo número del “Sdiveize Virches Gerdilechterlbuch”, que trae muchos datos detallados de la rama de Venenstadt (Neuveville) y en especial una lista de personajes descollantes de esta familia, más un estudio genealógico sobre la rama principal, que todavía florece hoy día.

Traducido del alemán por Sra. Ingerborg Shuasenber
Documento facilitado por Boris A. Chiffelle B. a Fernando Chiffelle Ruff

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La Diferencia que hace la Diferencia

>> lunes, 27 de abril de 2009


Hace unos días comenté la necesidad de concretar el sueño de transformar la Pampa del Tamarugal en un desierto agrícola, imitando el camino trazado por otros países.

El obstáculo, para cumplir esa meta, no son los suelos salinos-sódicos, los fuertes vientos, las oscilaciones térmicas, las altas radiaciones o el recurso hídrico. La dificultad es la actitud de las personas para llegar a esta meta.

Quiero apoyar lo que comento con los conceptos de una presentación de Power Point que llegó a mi email, desgraciadamente de autor anónimo, y que se titula “La diferencia que hace la diferencia”.

Este artículo comenta que los deseos primarios de las personas son la salud, el dinero, el amor y que una de las formas de alcanzarlos es siendo rico y próspero. Así como hay personas pobres y personas ricas hay países pobres y países ricos, su diferencia no es la antigüedad de ellos. Esto queda demostrado poniendo como ejemplos a países como la India y Egipto que tienen mil años de antigüedad y son pobres. Por el contrario hay países como Australia y Nueva Zelanda que hasta hace poco más de 150 años eran desconocidos y hoy son países desarrollados y ricos.

La diferencia tampoco está en los recursos naturales de que disponen. Así Japón tiene un territorio muy pequeño y montañoso que no sirve para la agricultura ni la ganadería y sin embargo es la segunda potencia económica mundial. Su territorio es como una gran fábrica flotante que importa materia prima de todo el mundo, la procesa y el producto resultante es exportado también a todo el mundo acumulando riqueza.

También tenemos el caso de Suiza, sin océanos, que tiene una de las mayores flotas náuticas del mundo. Que no tiene cacao, pero sí el mejor chocolate. Que en sus pocos kilómetros cuadrados cría ovejas y cultiva el suelo solo cuatro meses al año ya que en los restantes es invierno. Que tiene los productos lácteos de mejor calidad de toda Europa. Destaco que Suiza tiene 41.285 km2 de superficie casi igual a la superficie de 41.759 Km2 que tiene nuestra Primera Región.

Tampoco es la inteligencia de las personas la que hace la diferencia. Y así lo demuestran estudiantes de países pobres que emigran a los países ricos y consiguen resultados excelentes en su educación. Otro ejemplo son los ejecutivos de países ricos que visitan nuestras empresas y al hablar con ellos nos damos cuenta que no hay diferencia intelectual.

Finalmente tampoco podemos decir que la raza hace la diferencia. En los países centro-europeos o nórdicos podemos ver cómo los “ociosos” (latinos o africanos) demuestran ser la fuerza productiva de esos países.

Entonces, ¿qué hace la diferencia? La actitud de las personas hace la diferencia.

Al estudiar la conducta de las personas en los países ricos se descubre que la mayor parte de la población cumple las siguientes reglas (cuyo orden puede ser discutido): Lo ético como principio básico, el orden y la limpieza, la integridad, la puntualidad, la responsabilidad, el deseo de superación, el respeto a las leyes y los reglamentos, el respeto por el derecho de los demás, su amor al trabajo y su esfuerzo por la economía y acometimiento. ¿Necesitamos hacer más leyes? ¿No sería suficiente cumplir y hacer cumplir estas 10 simples reglas? En los países pobres sólo una mínima (casi ninguna) parte de la población sigue estas reglas en su vida diaria, ¿Lo hacemos en nuestra región?

En la Pampa del Tamarugal no hemos logrado hacer agricultura competitiva porque estamos en un desierto, porque nos falta agua o porque la tierra es salino-sódica, otros países lo han logrado y son ricos. Simplemente somos pobres por nuestra actitud. Nos falta carácter para cumplir estas premisas básicas del funcionamiento de la sociedad. Si esperamos que el gobierno, cualquiera que sea, solucione nuestros problemas esperaremos toda la vida.

Un mayor empeño puesto en nuestros actos junto a un cambio de actitud puede significar la entrada de nuestra agricultura del desierto en la senda del progreso y el bienestar.

Estos valores animarán cada proceso de cambio que impulsemos, cada meta que alcancemos y sobre todo el estilo de vida que llevemos.

Juntos forjemos que la Primera Región sea la primera.
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Publicado en el Diario La Estrella de Iquique el 25 de Noviembre del 2008

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Agricultura del Desierto


El sector agrícola nacional tomó recientemente dos caminos relevantes: la alimentación y el biocombustible. No obstante, el que (i) la producción de biocombustibles encuentre sus condiciones más propicias en el sur de Chile; (ii) la fruticultura se encuentre concentrada en la zona central (con un radio urbano en aumento en desmedro de la superficie agrícola); y (iii) existan variaciones en las condiciones climáticas, determina una disminución de la superficie destinada a obtener productos hortícolas en la zona centro y centro sur. Así lo reflejan también las cifras del último Censo Agropecuario (2007).

A consecuencia de lo anterior, los ojos se han puesto en el norte; empresas del retail, casinos para la minería y otros han visto la necesidad de establecer un centro productivo hortofrutícola en el desierto, reduciendo así los costos de abastecer esta zona extrema y también diversificar la oferta productiva para la zona centro y centro sur.

La agricultura de nuestro desierto, actualmente es de subsistencia, no hay cadenas agroindustriales que se especialice en la producción, valor agregado y comercialización para las actuales exigencias, BPA (Buenas Prácticas Agrícolas) y HACCP.

Esta realidad y oportunidad hace necesario poner en marcha agrícolamente el desierto, ahora ya. Países que poseían las condiciones socio–económicas, climáticas muy similares a nuestra realidad optaron por potenciar el desierto lo hicieron utilizando ambientes controlados, es el caso de España en Almería, región desértica muy pobre, y se transformó en el abastecedor de hortalizas para Europa al incorporar la producción agrícola en áreas cerradas, está de más nombrar los casos de Israel, México entre otros donde incorporaron la agricultura del desierto como un reconocido eje productivo.

Por ello que es necesario comenzar a potenciar este eje productivo en la Pampa del Tamarugal, aprovechando las condiciones climáticas para producir primores o fuera de temporada, incorporando innovación.
En ese desafío, la agricultura hidropónica tiene un papel fundamental: brindar las herramientas tecnológicas necesarias para desarrollar cultivos en abundancia con rapidez y precisión. Se logran cultivos de alto valor económico como: tomates, tomates cherry, pepinos, zapallos, melones, pimientos, cucurbitáceas, lechuga, y otros.. Otras cosechas que pueden ser producidos con este método incluyen las hierbas, las plantas del follaje y las flores. Por ejemplo, la mayoría de las rosas exportadas de Holanda crecen hidropónicamente.

La hidroponía comercial se presta bien en empresas con producción bajo invernadero, donde con buenas prácticas gerenciales, puede ser provechosa proveyendo de productos frescos a los mercados nacionales y en el extranjero sin interrupciones en todo el año.

Poner en marcha la agricultura del desierto significa la creación directa e indirecta de fuentes de empleo, oportunidad para el crecimiento de otros sectores como el industrial, proveedores de insumos y equipos, incorporación de especialistas y técnicos, distribuidores en mercados nacionales e internacionales, por nombrar algunas nuevas actividades económicas asociadas.

Sabemos que en el siglo pasado nuestro desierto brindó carnes, leche frutas y hortalizas para la actividad salitrera, ¿Porqué ahora en el siglo XXI, con todos los avances tecnológicos conocidos, no somos capaces de imitar a las naciones que optaron en transformar sus desiertos en potencias agrícolas?. El recurso hídrico no es la restricción. Un camino posible es la hidroponía bajo invernaderos.

No basta en soñar con un desierto agrícola, es necesario ejecutar esos sueños. Todos soñamos un mundo mejor, pero si no ponemos el empeño en alcanzar esos sueños nos vamos a la tumba con ellos, ahí no sirven. Los sueños se deben alcanzar. Empresarios, Gobierno, Investigadores, trabajemos para que la agricultura del desierto no sea solo un sueño.
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Publicado en el Diario La Estrella de Iquique el 16 de Noviembre del 2008

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